miércoles, 1 de abril de 2015

Reconquista española

Reconquista

La rendición de Granada, obra de Francisco Pradilla, representa la entrega de las llaves de la ciudad de Granada por el rey musulmán Boabdil a la reina Isabel I de Castilla y al rey Fernando II de Aragón.
Se denomina Reconquista al proceso histórico en que los reinos cristianos de la península ibérica buscaron el control peninsular en poder del dominio musulmán. Este proceso tuvo lugar entre los años 722 (fecha probable de la rebelión de Pelayo) y 1492 (final del Reino nazarí de Granada).

Consolidación de los núcleos cristianos[editar]

En 711 se produjo en la península ibérica la primera invasión de los musulmanes procedentes de África del Norte. Entraron por Gibraltar (que precisamente debe su nombre actual a Táriq, general que desembarcó allí) y que el propio Roderic o Roderico (Don Rodrigo), uno de los últimos de los reyes visigodos, fue a rechazar, perdiendo la vida en la Batalla de GuadaleteTáriq fue llamado a Damasco, entonces capital delcalifato, para informar y nunca más volvió. Su lugar lo ocupó el gobernador Abd al-Aziz, comenzando el emirato independiente.
A partir de este momento empezaron una política de tratados con los nobles visigodos que les permitió controlar el resto de la península. En716 Abd al-Aziz fue asesinado en Sevilla y se inició una crisis tal que en los siguientes cuarenta años se sucedieron veinte gobernadores. En este año, 716, los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los Pirineos para tratar de entrar en el Reino Carolingio.
La veloz y contundente invasión norteafricana, además de por los factores que propiciaron la expansión mundial del Islam, se explica por las debilidades que afectaban al reino visigodo:
  • El frágil e incompleto dominio que ejercía sobre el territorio peninsular –en 711 el rey Rodrigo se hallaba dirigiendo una campaña militar en el norte-.
  • La división de sus élites, con enfrentamientos vinculados a la elección de los sucesores al trono de una Monarquía (electiva) no hereditaria.
  • Una aristocracia terrateniente –de tardía conversión al catolicismo- superpuesta a una población, libre o servil, con condiciones vitales muy duras, entre la que latía un fuerte descontento. Muchos de ellos recibieron la conquista como una mejora de su situación.[cita requerida]
  • La decadencia de la actividad mercantil derivó en una minusvaloración de la población judía, que en gran medida la protagonizaba. También ellos pudieron ver una ventaja en la situación de las minorías hebreas amparada por la jurisdicción islámica.
Tras la invasión, la resistencia cristiana cristaliza en dos focos.

El foco asturiano[editar]

Estatua de Don Pelayo en Covadonga.
En el año 718 se sublevó un noble llamado Pelayo. Fracasó, fue hecho prisionero y enviado a Córdoba (los escritos usan la palabra «Córdoba», pero esto no implica que fuera la capital, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato).
Sin embargo, consiguió escapar y organizó una segunda revuelta en los montes de Asturias, que empezó con la batalla de Covadonga de 722. Esta batalla se considera el comienzo de la Reconquista. La interpretación es discutida: mientras que en las crónicas cristianas aparece como «una gran victoria frente a los infieles, gracias a la ayuda de Dios», los cronistas árabes describen un enfrentamiento con un reducido grupo de cristianos, a los que tras vencer se desiste de perseguir al considerarlos inofensivos. Probablemente fuera una victoria cristiana sobre un pequeño contingente de exploración. La realidad es que esta victoria de Covadonga, por pequeñas que fueran las fuerzas contendientes, tuvo una importancia tal que polarizó en torno a Don Pelayo un foco de independencia del poder musulmán, lo cual le permitió mantenerse independiente e ir incorporando nuevas tierras a sus dominios.
En cualquier caso, los árabes desistieron de controlar la zona más septentrional de la península, dado que en su opinión, dominar una región montañosa de limitados recursos e inviernos extremos no valía la pena el esfuerzo. Los cristianos de la zona no representaban un peligro, y controlar el extremo más alejado supondría más costes que beneficios. De todas formas, la sorprendente expansión del minúsculo reino pronto preocupó a las autoridades califales. Hubo sucesivas incursiones (en tiempos de Alfonso II, se hizo una cada año en territorio asturiano), pero el reino sobrevivió y se siguió expandiendo, con sonoras victorias, como la batalla de LutosPolvoraria y la toma de Lisboa en 798.
El reino de Asturias era inicialmente de carácter astur y fue sometido en sus últimas décadas a una sucesiva gotificación debida a los inmigrantes de cultura hispanogoda huidos al reino cristiano del norte. Asimismo, fue un referente para parte del espacio cultural europeo con la batalla contra el adopcionismo. El reino estuvo por épocas muy vinculado al de los francos, sobre todo a raíz del «descubrimiento» del supuesto sepulcro del apóstol Santiago. Esta idea «propagandista» consiguió vincular a la Europa cristiana con el pequeño reino del norte, frente a un sur islamizado.
El Reino de Asturias tuvo varias escisiones. La primera a la muerte del rey Alfonso III el Magno, que repartió sus dominios entre tres de sus cinco hijos: GarcíaOrdoño y Fruela. Estos dominios incluían, además de Asturias, el condado de León, el de Castilla, el de Galicia, la marca de Álava y la de Portugal (que entonces era solo la frontera sur de Galicia).García se quedó León, Álava y Castilla, fundando el Reino de LeónOrdoño se quedó Galicia y Portugal, y Fruela se quedó Asturias.

El foco pirenaico: formación de los reinos[editar]

Dibujo de la batalla del libro de Cantigas de Alfonso X el Sabio.
Se originó a partir de la resistencia carolingia (el caudillo franco Carlos Martel había rechazado la invasión musulmana de Aquitania en laBatalla de Poitiers en 732). Posteriormente su sucesor, Carlomagno, creó la Marca Hispánica (frontera militar del sur), que dio origen a otros focos cristianos en la península: el reino de Pamplona, los actualmente llamados condados catalanes, y los de AragónSobrarbe y Ribagorza.

Navarra[editar]

El Reino de Pamplona, posteriormente llamado Reino de Navarra, tuvo como origen la propia familia gobernante, que había pactado con losmuladíes de Tudela, la familia Banu Qasi. Su primer rey fue Íñigo Arista. A principios del siglo X, la familia Jimena sustituye a la Arista y el primer rey es Sancho Garcés I, que tiene un gran éxito militar. Pamplona llegó a controlar lo que actualmente es Navarra (su origen), La Rioja (llamado entonces «Reino de Nájera») y lo que en la actualidad es el País Vasco, y a unir dinásticamente los condados de Castilla, dependiente de León pero muy autónomo, y Aragón (tras haberse constituido como dinastía hereditaria con el conde Aznar Galíndez),Sobrarbe y Ribagorza en los Pirineos en tiempos de Sancho el Mayor. A su muerte legó su reino patrimonial (el Reino de Pamplona) a García Sánchez III de Pamplona, a quien de jure deberían estar subordinados los tenentes de las otras zonas de su reino: Fernando, que recibió el condado de Castilla; y Ramiro, que recibió el condado de Aragón para después hacerse independiente tras anexionarse Sobrarbe y Ribagorza en 1045, condados que habían sido heredados por el menor de los hermanos, Gonzalo.

Marca Hispánica[editar]

Guerreros cristianos y musulmanes
El territorio situado entre el oriente de Navarra y el mar se dividió en condados sometidos a los francos. Los condados catalanes fueron divisiones de la zona occidental Marca Hispánica y los condados de AragónSobrarbe y Ribagorza ocupaban la zona intermedia. Fue una zona de contención militar que tomaron los francos para frenar las incursiones sarracenas. Si bien la intención inicial de éstos era llevar las fronteras hasta el Ebro, la Marca quedó delimitada por los Pirineos en el norte y por el Llobregat en el Sur. Con el tiempo se independizó del dominio franco con condes como Wifredo el Velloso y Aznar Galíndez.
En la zona de los posteriormente denominados condados catalanes, el Condado de Barcelona se convirtió muy pronto en el condado dominante de la zona. Con el tiempo, tras la unión dinástica entre el el Reino de Aragón y el conjunto de condados vinculados al de Barcelona, daría origen a la Corona de Aragón. Posteriormente, los dominios de esta corona se extendieron hacia el sur y el Mediterráneo.

Aragón[editar]

Representación deJaime I de Aragón de la época. Pertenece a losFueros de Aragóncompilados en el Vidal Mayor (1247-1252).
El Reino de Aragón tiene su origen en un condado procedente de la Marca Hispánica. Se uniría debido al enlace dinástico de Andregoto Galíndezcon García Sánchez I en el año 943 al Pamplona. Tras la muerte de Sancho III de Navarra en 1035, legó a su hijo Ramiro el dominio del condado de Aragón, que se emanciparía y, tras anexionarse los condados de Sobrarbe y Ribagorza, cuyo gobierno había correspondido a un adolescenteGonzalo a su muerte en 1045, Ramiro I establecería un reino de facto que comprendía los tres antiguos condados y ocupaba los Pirineos centrales. Poco después, en 1076 a la muerte de Sancho el de Peñalén, llegó a anexionarse Navarra, aunque tras la muerte de Alfonso I el Batallador la unión se deshizo. Por esa época, tras una dura lucha con las taifas de Zaragoza, el reino aragonés llegó al Ebro, conquistando la capital en 1118.
Más tarde se produciría la unión dinástica, con el matrimonio de Petronila (hija única del rey de Aragón) y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, lo que conformó la Corona de Aragón, que agrupaba al Reino y a los Condados, si bien cada territorio mantuvo sus usos y costumbres consuetudinarios.
La Corona acabaría por unificar con el tiempo lo que hoy es Cataluña, arrebatando a los árabes el resto de Cataluña, la Cataluña Nueva, y anexionándose los restantes territorios.

El avance cristiano[editar]

Reconquista de las principales ciudades por año.
Los reinos de taifas en 1031.
Los reinos peninsulares en 1360.
El avance de los reinos cristianos en la península ibérica fue un proceso lento, discontinuo y complejo en el que se alternaron períodos de expansión con otros de estabilización de fronteras y en el que muchas veces diferentes reinos o núcleos cristianos siguieron también ritmos de expansión distintos, a la vez que se remodelaban internamente a lo largo del tiempo (con uniones, divisiones y reagrupaciones territoriales de signo dinástico); y a la vez que, también, cambiaba internamente la forma y fuerza del poder musulmán peninsular al que se enfrentaban (que experimentó diversas fases de poder centralizado y períodos de disgregación).
Asimismo la expansión conquistadora estuvo salpicada de continuos conflictos y cambiantes pactos entre reinos cristianos, negociaciones y acuerdos con poderes regionales musulmanes y, puntualmente, alianzas cristianas más amplias contra aquellos como la que se dio en la Batalla de Simancas (939), que aseguró el control cristiano del Valle del Duero y del Tormes; o la más sonada (por su excepcionalidad) y de más amplios vuelos en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supuso el principio del fin de la presencia almohade en la península ibérica. El estudio de tan dilatado y complejo proceso pasa por el establecimiento de diferentes fases en las que los historiadores han establecido perfiles diferenciados en los ritmos y características de conquista, ocupación y repoblación.
  • Siglos VIII-X. Completada la conquista en apenas un lustro (711-716), al margen solo queda una estrecha franja montañosa en el Norte. Su principal esfuerzo hasta el siglo X irá dirigido a consolidar nuevas estructuras político-institucionales sobre unas realidades socio-económicas en transformación (el asentamiento masivo de población huida del avance musulmán), configurando las bases del feudalismo en la Península. Al Oeste se afianzó el reino asturiano, extendiéndose entre Galicia, el Duero y el Nervión. Al Este la Marca defensiva carolingia germinará en diferentes núcleos cristianos pirenaicos. Su precaria situación quedará demostrada durante el reinado de Abd al-Rahman III (912-961), cuando reconozcan la soberanía del Califato, convirtiéndose en Estados tributarios.
  • Siglos XI-XII. La disgregación del Califato (Taifas) facilitará un lento avance cristiano por la Meseta norte y el valle del Ebro, consolidándose institucionalmente los reinos. Ello será financiado con las imposiciones tributarias (Parias) a que sometieron a los reinos musulmanes, convirtiéndolos virtualmente en protectorados. Es un período de europeización, con la apertura a las corrientes culturales continentales (ClunyCister) y la aceptación de la supremacía religiosa de Roma. El avance castellano-leonés (Toledo, 1085) provocó sucesivas invasiones norteafricanas –Almorávides y Almohades- que evitaron el colapso de la España musulmana. La repoblación entre elDuero y el Tajo se sustenta en colonos libres y concejos con amplia autonomía (fueros), mientras que en el Ebro los señoríos cristianos explotarán a la población agrícola musulmana.
  • Siglos XIII-XIV. La alianza entre los reinos cristianos (Navas de Tolosa, 1212) logra el definitivo derrumbe del Al-Andalus, conquistando con gran celeridad el sur peninsular (salvo Granada). Una expansión protagonizada por las coronas de Castilla y Aragón generará determinados problemas: la absorción de un enorme volumen territorial y poblacional. En Andalucía y Murcia, la imposición de grandes señoríos –nobles guerreros y órdenes militares- y la expulsión de las poblaciones autóctonas –agrícolas y artesanas- derivará en la decadencia económica del territorio. En Valencia y Alicante, los señoríos cristianos, de menor extensión, se superpondrán a una población musulmana que mantendrá la prosperidad económica. Problemas solapados con la crisis económica del siglo XIV y las guerras civiles que desangraron a los reinos de la España bajomedieval. De esta forma se consolida España como la nación que por excelencia resistió y contuvo los ataques musulmanes en Occidente, siendo el Reino de Hungría el guardián de Europa en el Este ante la llegada de los turcos.
  • Siglo XV. La supervivencia del Emirato de Granada responde a varias razones: su condición de vasallo del rey castellano, su conveniencia para éste como refugio de población musulmana, el carácter montañoso del reino (complementado con una consistente red de fortalezas fronterizas), el apoyo norteafricano, la crisis castellana bajomedieval y la indiferencia aragonesa (ocupada en su expansión mediterránea). Además, la homogeneidad cultural y religiosa (sin población mozárabe) proporcionó al Estado granadino una fuerte cohesión. Su desaparición a finales del siglo XV –además de por sus interminables luchas dinásticas- se ensarta en el contexto de la construcción de un Estado moderno llevado a cabo por los Reyes Católicos a través de la unificación territorial y el reforzamiento de la soberanía de la Corona.

viernes, 27 de marzo de 2015

JUEGOS TRADICIONALES Y POPULARES VALENCIANOS


Aquí os presentamos algunos juegos tradicionales valencianos, tienen ya muchos años pero puede que algunos los conozcáis.
LAS BOLITAS.
Se jugaba con canicas de barro. El juego consistía en intentar tocar con
una canica a otra que se había lanzado anteriormente. Si quedaba
más o menos a un palmo de distancia de la primera se decía “palmo”. Si la golpeaba se decía “palmo y choco” o otras veces “palm i taconet”.
EL TRES EN RAYA
Para jugar se dispone de un cuadro trazado en tierra. Tienen que participar únicamente dos jugadores. Cada uno dispone de tres piedras y las va colocando en orden sucesivo en el cuadro.
EI objetivo consiste en que cada uno consiga alinear las tres piedras en la misma raya. Se requiere participar con atención, ya que cada jugador intenta engañar a su oponente, intercalando sus piedras entre las de la otra, evitando por todos los medios que el contrincante coordine el tres en raya.
Cuando, al final, uno de los dos lo consigue, exclama: “¡tres en raya como una paja!”
DESTAPAR LA OLLA O JUGAR AL ESCONDITE.
Es una variante del tradicional “conillets a amagar” (conejitos a esconderse). El juego empieza eligiendo al jugador que debe pagar.
Se traza una raya en la pared con tiza, de unos dos metros de longitud. El que paga se vuelve de cara a la pared y cuando se dice “¡Ya!”, empieza a contar hasta veinticinco, mientras los demás jugadores corren a esconderse. Cuando el que paga termina de contar, empieza a buscar a los compañeros que se han escondido. Si en un momento de distracción uno de los que se han escondido sale de su escondite y se dirige a la raya sin que el que paga lo descubra, se considera que ha “destapat I’olla” (destapado la olla), diciendo: “Destape I’olla que està bullint, vint i vint”(destapo la olla que está hirviendo, veinte y veinte), al mismo tiempo que da unas palmadas en la pared. Si tal cosa sucede, vuelve a pagar quien lo hacía; si no, paga el jugador que ha sido encontrado en primer lugar en su escondite.
EL RATÓN Y EL GATO
Las niñas estaban sentadas en el suelo formando dos círculos concéntricos. Una de ellas hacia de gato y perseguía alrededor del círculo a otra que hacía de ratón. La única escapatoria para el ratón consistía en colocarse delante de una de las dos que estaban sentadas formando el corro. De este modo, la que estaba detrás tenía que levantarse y echar acorrer, haciendo entonces de ratón y siguiendo el juego con ella, hasta que el gato lo atrapase. Cuando esto sucedía, el gato dejaba de actuar como tal y salía otro niño a realizar sus funciones.
LA LLUNA, LA PRUNA
Era un juego en que los niños cantaban la siguiente canción, bien dando vueltas en corro o bien cogidos de la mano en fila.
La lIuna, la pruna,
vestida de dol,
sa mare Ii pega,
son pare no vol.
Xim, xim, borrello,
campana de fusta
i batall de segó
LA PAELLA TIZNADA.
Era una diversión popular que se celebraba en el transcurso de las tradicionales fiestas de cada calle.
Consistía en tratar de coger con la boca una moneda que se había pegado en la base de una paella que colgaba de una cuerda. Los que intentaban despegarla se ensuciaban la cara y raramente lo conseguían.
LAS AGUJITAS.
Este juego estaba antiguamente muy de moda entre las niñas, mientras los niños jugaban a saltar.
Llamado también “El juego del once”, consistía en ir sacando sucesivamente cartas de una baraja hasta que salía el número once, y la jugadora que lo conseguía ganaba. Se llamaba “de las agujitas” porque las jugadoras hacían apuestas con agujas de diversos colores. Normalmente cada niña tenía un cojín de agujas, y en este juego podían apreciarse las posibilidades económicas de cada grupo; las niñas de las familias más acomodadas jugaban con una baraja o con cromos de pastillas de chocolate, mientras que las más pobres jugaban con sencillos cartones con dibujos.
EL FENDRI.
Llamado también juego de cartones, consistía en lanzar cartoncitos con dibujos impresos dentro de un círculo trazado en tierra. El objetivo era golpear unos cartones contra otros con el fin de hacerlos saltar y sacarlos fuera del círculo. Quien lo conseguía, los ganaba para él.
EL MOSCARDÓN.
Intervenían tres jugadores. Se colocaban en fila, de modo que el del centro hacia de moscardón, y con la boca emitía un sonido que imitaba al del moscardón. Mientras así lo hacia, los otros dos se cubrían la cabeza con las manos, ya que el moscardón tenia la misión de pegarles cuando se distraían.
FAVA
Este juego consistía en saltar sucesivamente unos chicos sobre los otros. Se organizaba de manera que uno de ellos, el que hacía de mula se colocaba a una determinada distancia de los demás agachados y con la cabeza inclinada. Los otros estaban preparados para saltar varias veces sobre él, estableciéndose un pequeño diálogo entre los que saltaban y el que hacía de mula, que era el siguiente, con las variaciones correspondientes a cada población:
A la una, la mula
A les dos, la cos.
Ales tres de taleca limpia i de cameta.
A les quatre de lleial.
A les cinc, el brinc.
A les sis, pastís, pasterà i culà.
A las siete, pongo mi caperuchete,
A les huit, l’arrós està cuit.
A les nou, de torero en dos mans.
A les deu, de lleial.
A les onze, de torero en una mà.
Ales dotze, a buidar olles.
Y, puesto que se había determinado dónde tenían que ir a “buidar olles”, hacia allá que se iban todos corriendo. El último que llegaba al lugar en cuestión y volvía donde se jugaba a la mula, pagaba y se convertía en mula de la vez siguiente.
ANTERES.
El juego se realiza más o menos como el juego de la mula. Consistía en ir saltando sucesivamente, todos los jugadores, sobre el jugador que pagaba, la mula, y que se había situado junto una raya trazada en tierra.
Cuando todos habían saltado, la mula se desplazaba dando un paso largo que se media con la pierna alargada y un pie de través, como en la letra T. Así se iba alargando la distancia, de modo que, cuando era excesiva, los jugadores la podían salvar con dos saltos, siempre que se descansara dos veces con el mismo pie. Cuando uno de los que participaban no podía salvar la prueba, pagaba y hacía él de mula.
“L’ESPARDENYA”
Las niñas, sentadas en tierra, formaban un corro. La que pagaba giraba alrededor de las otras por el exterior del corro con una zapatilla en la mano, mientras las otras permanecían quietas, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada. En esta situación, la jugadora que pagaba colocaba la zapatilla detrás de alguna de las otras sin que ésta la viese, la cual, al darse cuenta, tenía que levantarse y correr tras la otra con la zapatilla en la mano con la intención de tocarla.
Mientras tanto la que pagaba tenía que ir corriendo a sentarse en un lugar vacio del corro, con el fin de evitar que la futura pagadora la cogiese.
Cuando la que pagaba colocaba la zapatilla detrás de alguna niña, se cantaba:
A la zapatilla por detrás, tris, tras
Ni la ves ni la verás, tris, tras
Mirar hacia arriba
Que caen judías
Mirar hacia abajo
Que caen garbanzos…
¡A dormir, a dormir que vienen los reyes magos!
¿A qué hora?
Y según la hora que decían se contaba hasta ese número y se quitaban las vendas de los ojos.
EL GAMBERET.
Era un juego que las niñas llevaban a cabo con la colaboración de sus madres, las cuales confeccionaban un “gamberet”, que era una malla de lana, hecha de modo que las niñas colocaban dentro una pelota y la hacían saltar con los movimientos adecuados.
CIENPIES.
Se colocan seis o siete niños sentados en fila, con las piernas abiertas, unos detrás de otros, muy juntos. Cuando se indica, todos a una han de volverse lentamente hacia la izquierda y quedarse con las manos tocando el suelo y con las piernas sobre el compañero de delante. Solamente el último niño puede descansar en el suelo las manos y los pies al mismo tiempo. Después deberán girarse todos a la vez hacia la derecha, y avanzar sin separarse. Se trata de imitar, efectivamente, los movimientos de un ciempiés. Los primeros intentos resultan costosos, pero cuando lo consiguen, pueden avanzar un rato sin deshacer la formación.
EL PARE CARABASSOT O LA MARE CARABASSETA.
Pueden jugar todos los que los que deseen. A cada jugador le corresponde un número. EI que empieza, lo hace diciendo:
“Al corral de ma tia Sabonera hi ha tres carabasses.”
Entonces el número tres pregunta:
“Com tres?”
Y el que había empezado debe contestar:
“Què quantes?”
Entonces el del número tres debe responder inmediatamente citando a otro jugador por su número:
“Set”’
Y el jugador que tiene el número siete, que se siente aludido, debe intervenir inmediatamente preguntando al del número tres:
“Com 7?”
Y el del número tres: “Què quantes?”
Y el del número 7: “Nou”:
Y el del número 9: “Què quantes?”
Y así sucesivamente. Paga una prenda el jugador que titubea o el que se equivoca. Al final del juego, en el momento de recuperar las prendas, los jugadores deben llevar a cabo los determinados encargos o penas que les impone el “Pare Carabassot” o “la mare Carabasseta”.
ESTIRAR LA CUERDA.
Dos equipos de jugadores más o menos equilibrados se sitúan en los dos extremos de una cuerda gruesa, en cuyo centro se ha anudado un pañuelo o cualquier otra señal, y en el suelo se ha trazado una línea que sirve de separación de los dos campos. Tras un aviso determinado, cada uno de los dos equipos estira hacia si dicha cuerda con fuerza, tratando de atraer hacia si al equipo contrario. Gana el equipo que consigue que el otro pase de la raya.
¡CHURRO VA!
Juegan dos equipos. El que paga forma un grupo que se coloca en fila, de modo que la cabeza del de detrás se situé entre las piernas del de delante, hasta llegar a formar una especie de caballo largo.
El primero de la fila pone su cabeza junto a una pared, o junto a una reja. Pero entre la pared y el primero de la fila se suele poner un ayudante que hace la función de colchón.
Los del equipo contrario saltan sucesivamente sobre las espaldas inclinadas de los que pagan. Si no caen en tierra, el primero dice:
“Ahí va el carro, la burra i el amo”.
Van saltando todos, procurando hacerlo con fuerza con el objetivo de desequilibrar a los que pagan, saltando incluso unos sobre otros. Cuando el último ya está sobre la fila, pregunta, mientras indica con la mano derecha las tres partes del brazo izquierdo (la mano, el antebrazo y el codo):
“Xurro, mediamanga, mangotero, dime lo qué es”.
Si los de abajo aciertan de qué parte se trata, pagan los que saltaban. Si no, continúan pagando los de abajo. Si los que hacen de caballo caen antes de que les formule la pregunta, vuelven a pagar. Pero si son los de arriba los que se caen, son ellos los que pagarán.
ALLÁ ARRIBICA, ARRIBICA.
Este juego, es parecido al anterior, consistía en saltar sucesivamente a un jugador que se inclinaba para que los demás saltaran por encima de él , al mismo tiempo que se cantaba esta canción:
Allá arribica, arribica,
había una montañita,
en la montañita un árbol,
en el árbol una rama,
en la rama un nido,
en el nido tres huevos:
uno blanco, uno rojo
y otro colorado.
Al coger el blanco
me quedo manco,
al coger el rojo
me quedo cojo,
al coger el colorado
me quedo descalabrado.
Los pasos de “manco, cojo y descalabrado” van acompañados de una determinada posición del brazo, de la pierna y del cuerpo, de modo que los jugadores expresaban así lo mismo que decía la canción. Una vez que la canción había terminado, el que menos aguantaba en la posición de “manco, cojo y descalabrado”, respectivamente, era quien pagaba.
LOS CABALLITOS.
Se necesitan como mínimo dos parejas de jugadores. Cada una compuesta por un caballero y un caballo. Si se juega a “cavallets a tombar” (caballitos a tumbar) se trata de tumbar al caballero adversario. Pero si se trata de: “cavallets a portar” se marcan en tierra dos líneas paralelas y las parejas se ponen en medio. Cada jinete intenta descabalgar al contrario o llevarlo fuera de los límites.
LAS CUATRO ESQUINAS.
En este juego, que tiempo atrás era muy popular, intervienen cinco niños o niñas. Cuatro de ellos se sitúan en cuatro esquinas distintas. Los cuatro tienen que ir cambiando de esquina cada vez que así lo indica el que paga, que debe situarse en el centro del grupo, en una posición equidistante con los demás. Si durante el intercambio de posiciones consigue prender a alguno de los cuatro, entonces este es el que paga y el juego prosigue de nuevo.
LA XATA MERENGUERA
Las niñas formaban dos filas paralelas, mirándose unas a otras. En ambos extremos del corredor se coloca una jugadora. Cuando las de las filas empiezan a cantar, dando palmadas rítmicas, las dos de los extremos se ponen a saltar a través del corredor con las manos en la cintura, cada una en sentido contrario al de su compañera. Cuando la canción termina salen otras dos de cada fila, las cuales ocupan el lugar de las que han terminado de saltar, y ahora son ellas las que deben hacerlo, mientras todas cantan de nuevo lo siguiente:
“La xata merenguera,
huit, nou, deu.
Com es tan fina,
trico, trico, tras,
com es tan fina,
lairo, lairo,
jaqueta i pantalo”.
LA GALLINITA CIEGA
Es un juego antiguo, que consiste en que uno de los jugadores, el que paga, lleva los ojos vendados y, a ciegas, debe buscar a los demos y cogerles. Cuando toca a algún otro jugador ha de adivinar de quien se trata. Si no lo acierta, ha de soltarlo y seguir buscando hasta que coja a otro, cuyo nombre acierte por fin.
Cuando eso sucede, la gallina ciega es el jugador que el que pagaba ha sabido identificar.
El diálogo que se establece entre el que paga y el jugador que manda, mientras le da unas vueltas con los ojos tapados, es el siguiente:
– Gallineta cega, que has perdut?
– Una aguila i un canut.
– Busca per la ximeneia.
– No, que em fare negra.
– Busca pel terrat.
– No, que em fare gat.
– Busca qui t’ha pegat!
LAS CUCAÑAS.
Esta diversión popular solía practicarse durante las fiestas de calle.
Consistía en intentar romper con un palo y con los ojos vendados una olla que colgaba de una cuerda, anudada a ambos lados de la calle. El juego provocaba la risa general cuando quien intentaba romper la olla fallaba en el intento o cuando lo conseguía y recibía sobre su propio cuerpo el contenido de la olla que además de golosinas, podía contener agua, serrín, etc.
LOS PALITOS
Se juega con un conjunto de palitos finos, uno de los cuales se ha pintado de un color para indicar que se trata del rey y otro, con otro color, por ser la reina. Los palitos se agrupan y se sueltan todos a la vez sobre una mesa. Cada jugador coge el primero, con el que tratara de apartar tantos palitos como pueda sin mover para nada los demás. Al final del juego se cuentan los palitos que cada jugador ha conseguido. Cada palito vale un punto, la reina cinco y el rey diez. Gana el jugador que más puntos consiguo