Contaminación lumínica
La
contaminación lumínica puede definirse como la emisión de
flujo luminoso de fuentes artificiales nocturnas en intensidades,
direcciones, rangos espectrales u horarios innecesarios para la
realización de las actividades previstas en la zona en la que se
instalan las luces.
Un ineficiente y mal diseñado alumbrado exterior, la utilización de proyectores y
cañones láser,
la inexistente regulación del horario de apagado de iluminaciones
publicitarias, monumentales u ornamentales, etc., generan este problema
cada vez más extendido.
La contaminación lumínica tiene como manifestación más evidente el
aumento del brillo del cielo nocturno, por reflexión y difusión de la
luz artificial en los
gases y en las partículas del
aire urbano
(smog, contaminación...), de forma que se disminuye la visibilidad de las estrellas y demás objetos celestes.
Inconvenientes de la contaminación lumínica
Imagen de
La Tierra durante
1994 y
1995. Se puede ver en muchas zonas contaminación lumínica
Sobre la contaminación lumínica, hasta el momento, existe escasa
conciencia social, pese a que genera numerosas y perjudiciales
consecuencias como son el desperdicio de energía (y las emisiones de
gases de invernadero resultantes de su producción),el daño a los
ecosistemas
nocturnos, los efectos dañinos a la salud en humanos y animales, las
dificultades para el tráfico aéreo y marítimo, las dificultades para la
astronomía y la pérdida en general de la percepción del Universo a gran
escala. Es probable que muchos de los efectos negativos de la
contaminación lumínica sean desconocidos aun.
Es indudable que el alumbrado exterior es un logro que hace posible
desarrollar múltiples actividades en la noche, pero es imprescindible
iluminar de forma adecuada, evitando la emisión de luz directa a la
atmósfera y empleando la cantidad de luz estrictamente necesaria allí
donde necesitamos ver. Toda luz enviada lateralmente, hacia arriba o
hacia los espacios en donde no es necesaria, no proporciona seguridad ni
visibilidad y es un despilfarro de energía y dinero.
Estos perjuicios no se limitan al entorno del lugar dónde se produce
la contaminación —poblaciones, polígonos industriales, áreas
comerciales, carreteras, etc.—, sino que la luz se difunde por la
atmósfera y su efecto se deja sentir hasta centenares de
kilómetros desde su origen. Además, la contaminación lumínica puede provocar
plagas y cambios persistentes en el
medio ambiente.
Al incrementarse más el brillo del cielo, acaban por desaparecer
también, de forma progresiva, las estrellas, con lo que, al final,
solamente las más brillantes, algunos planetas y la Luna resultan
visibles en medio de un cielo urbano neblinoso de color gris-anaranjado.
Si consideramos que en condiciones óptimas, nuestro ojo alcanza a
distinguir estrellas hasta la sexta magnitud, lo cual supone poder
alcanzar a ver unas 3.000 en verano, podremos juzgar con equidad la
magnitud de lo que nos perdemos.
Además, se ha demostrado en los últimos años que una exposición prolongada de los árboles a
luz artificial puede provocar que los árboles se descontrolen y crezcan en momentos inadecuados.
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La contaminación lumínica produce un incremento de la contaminación
del aire al inhibir en parte las reacciones químicas que hacen
depositarse a los Óxidos de nitrógeno en forma de nitratos.
España
11 es uno de los países de
Europa más afectados por la contaminación lumínica y el primero en cuanto a gastos de
KWh por habitante.
Gastaba unos 450 millones de euros al año para la iluminación de las
calles, ciudades y casas en 2007. En 2012 gasta cerca de los 820
millones de euros debido al aumento de la tarifa eléctrica.
12 Mientras que en otros países como en
Alemania, un habitante gasta 45 KWh, en
España se gastan 116KWh por habitante
13 Según un estudio de la Comisión, España es el segundo país de la
UE que menos
bombillas de bajo consumo usa.
Cantabria14
es una de las provincias más afectadas por la contaminación lumínica
debido a que la contaminación en la capital es muy intensa.
La Comunidad Valenciana
15 tiene récord en cuanto a emisiones de contaminación lumínica respecta. La zona metropolitana de
Valencia con la mitad de población que
Barcelona emite un poco más de contaminación lumínica que la ciudad de
Barcelona, y la zona de
Alicante, con un tercio de la población de Barcelona emite la misma contaminación lumínica que la zona metropolitana de
Barcelona.
Valencia
16 es la ciudad que ha registrado el mayor índice de KWh por habitante de España (
127 KWh frente a 61,5 KWh por habitante de la capital, Madrid)
La polución en
Madrid17
es enorme. La contaminación lumínica también. La contaminación lumínica
de Madrid se puede divisar hasta a 100 Km, siendo visible en las
provincias de:
Toledo,
Ávila,
Segovia,
Teruel,
Soria,
Guadalajara e incluso en las
provincias de Burgos y
Ciudad Real. Todo esto supone una excesiva iluminación de las calles y por lo tanto un gran
gasto eléctrico; es más, Madrid gastó en
2007 45 millones de € en iluminación de las calles.
Prácticamente todos los habitantes de la
Región de Murcia viven bajo un cielo nocturno contaminado, siendo la contaminación lumínica particularmente intensa en las comarcas del
Campo de Cartagena y del
Mar Menor,
municipio de Murcia y limítrofes,
Lorca,
Totana,
Yecla
y alrededores de estas poblaciones, de forma que un 75% de la población
de la Región, ha perdido la visibilidad a ojo desnudo de la
Vía Láctea