jueves, 21 de mayo de 2015

El modernismo en el cabanyal

En la segunda mitad del siglo XIX diversos factores se conjugaron para dar lugar a una eclosión de luz y color aplicada a la arquitectura. Además de la industrialización de los procesos de producción, en estos momentos se experimenta un crecimiento demográfico importante de la población valenciana, unido a un crecimiento económico protagonizado por una burguesía ascendente que impulsará un proceso de renovación urbana y de reforma y modernización de las viviendas. Otros factores de peso serán la aparición de una corriente higienista y la de un nuevo estilo, el Modernismo.

Es por estas fechas cuando comienza el derribo de las murallas en Valencia (1865) y se aprueba el proyecto definitivo del Ensanche en 1884. Comienza la renovación urbana y se construyen edificios y viviendas que responden al nuevo gusto de la época. Las nuevas arquitecturas responden a los nuevos criterios estilísticos: los historicismos y el eclecticismo.
Reina 152
 
Si volvemos la mirada hacia los Poblados Marítimos vemos como no son ajenos a todos estos acontecimientos. Será también en este periodo, desde el incendio de 1875 hasta la Guerra Civil, cuando se vayan sustituyendo la práctica totalidad de las barracas originarias por casas de obra. A este proceso de renovación urbanística se suma el hecho de que el Cabanyal se convierte en la zona de veraneo de los habitantes de la ciudad de Valencia, que se construyen casas y chalets o alquilan viviendas en la zona.
Las nuevas arquitecturas tendrán como modelos las edificaciones burguesas de la ciudad y los edificios emblemáticos que anteriormente hemos nombrado. Sin embargo no será una arquitectura culta sino una arquitectura de tipo popular en la que propietario y maestro de obras conjugan sus ideas dando como resultado peculiares, ricos y magníficos ejemplos de creación libre e ingenua. Es el llamado Modernismo Popular.


Uno de los principales elementos definitorios de la estética del modernismo popular será la cerámica arquitectónica. Desde finales del siglo XIX se produce un fenómeno absolutamente singular de identificación de una serie de edificios con una realización cerámica en los exteriores, utilizando mayoritariamente baldosas cerámicas de producción seriada industrial pero que, por su disposición, por la selección de modelos y por el trabajo personalizado en su instalación, dan como resultado una expresión visual única.
 
Por densidad de intervenciones cerámicas y por las características de estas intervenciones, no encontramos en Europa otra expresión popular donde la cerámica esté presente con esa contundencia, con la única excepción de Portugal donde se repite el fenómeno, aunque con la utilización frecuente de paneles figurativos y azulejería fabricada por encargo para un determinado proyecto.
Esta expresión única en la utilización de baldosas cerámicas en fachada abarca los siguientes aspectos fundamentales:
  • Utilización mayoritaria de producto seriado e industrial, con apenas inclusión de cerámica arquitectónica tridimensional o conjuntos ornamentales realizados por encargo. El bajo presupuesto de esta arquitectura y la intervención personal del propietario son las razones de esa elección.
  • La voluntad de personalizar cada vivienda lleva a una expresión de gran potencia gráfica y visual que, en algunos casos, tiene un valor intrínseco a nivel individual (corresponde a las fachadas que han dado la vuelta al mundo en algunas publicaciones por la singularidad del tratamiento), pero que en la mayoría de los casos tienen valor a nivel colectivo.
  • A nivel formal, las fachadas cerámicas del Cabanyal representan también un museo al aire libre de un amplísimo repertorio de azulejería que abarca las producciones protoindustriales e industriales de las primeras décadas del siglo XX. Expresión única e irrepetible del eclecticismo decorativo del azulejo valenciano de aquella época y con una especial referencia también al repertorio modernista

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