miércoles, 27 de mayo de 2015

El PEPRI, un plan de reforma interior sin Protección

¿Qué es el PEPRI? Historia

El PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) es el nuevo plan urbanístico del Ayuntamiento de Valencia, que amenaza con destruir más de 1600 viviendas y alrededor 600 edificios.
La pretensión de tender una vía de comunicaciones que acercara Valencia al mar nace a finales del siglo XIX, cuando el Cabanyal constituía un municipio independiente de la ciudad de Valencia, y su trama ya estaba constituida.
La vía de comunicación con los Poblados Marítimos -el llamado Camino/Paseo de Valencia al Mar- debía servir para aproximar a la burguesía valenciana a las playas, a diferencia del Camino al Grao -actual avenida del Puerto-, utilizado para el tránsito de mercancías. En 1883 Casimiro Meseguer propone un trazado que daría lugar a la actual Avenida Blasco Ibáñez y que terminaba a las orillas del actual barrio del Cabanyal, todavía municipio independiente. Existen sin embargo registros de una propuesta anterior de 1865 que llegaba desde la parte superior de la Alameda hasta el norte del puerto, que no llegaría a concretarse.
El proyecto de Meseguer sería el que alabaría el político y escritor Valenciano Vicente Blasco Ibáñez, afincado en la Malvarrosa, en su revista El Pueblo en 1901:
Así, sin definir de qué manera se uniría la nueva vía con el Cabanyal, se construyó la avenida que habría de servir como eje del ensanche de la ciudad de Valencia. Los distintos Planes de Ordenación Urbana que se propondrían a lo largo del siglo XX fracasarían en su intento de unir un barrio a una ciudad que ya le había engullido.
Sólo a partir de la Guerra Civil surgen las primeras propuestas que implican la destrucción de parte de la trama del Cabanyal, que fueron ampliamente contestadas. Se conserva de 1953 las reclamaciones de Victor Gosàlbez (hijo del maestro de obras responsable de La Lonja de Pescado) en las que se hace referencia a las críticas del Colegio de Arquitectos en 1939… y a la vez critica una nueva propuesta de prolongación que, como la actual, acomete el Cabanyal con un giro hacia el Norte y derriba la Lonja de Pescado, obra de su padre.
Posteriormente, en 1960, se vuelven a producir nuevas reclamaciones con motivo de la exposición al público de un nuevo proyecto para la prolongación de la avenida: frente a la prevista expropiación de 1500 propietarios, se presentan 585 alegaciones tipo firmadas por más de cinco afectados por alegación.
El PGOU de 1988 podría haber zanjado el tema y, de hecho, en su versión preliminar no mencionaba como problema a solucionar la unión de Valencia con el mar a través del Cabanyal.

En realidad, la trama del Cabanyal es bastante más antigua que el proyecto de avenida. Escribano reconoce en el párrafo siguiente que una solución intermedia capaz de conjugar en ambos intereses enfrentados es difícil y puede acabar teniendo efectos negativos en ambas piezas urbanas.
El PGOU de 1988, hoy vigente, perdió la oportunidad de apostar por la singularidad de un barrio que se reconoce en su redacción: define como Conjunto Histórico Protegido todo el barrio del Cabanyal-Canyamelar. Además, reconoce que la prolongación de la avenida no es necesaria para funcionalidad de la estructura urbana ni para la red viaria que accede desde el centro hasta el mar:
“(…) no obstante debe dejarse constancia de que la estructura urbana, tal y como aparece definida en el plan tiene funcionalidad en sí misma con independencia de que se decida (con respecto a la avenida) a través del futuro planeamiento de desarrollo, una u otra solución” [Memoria Justificativa, página 52] ya que el Plan aborda “esta necesaria y capital operación de conexión a través de dos operaciones clave (…): al norte la operación del Bulevar de lo Naranjos/Nuevo Campus Universitario y al Sur, la operación del corredor del viejo cauce del Turia entre la Avenida de Francia y la Autopista del Saler. Estas dos grandes operaciones aprovechan los últimos suelos vacantes que puedan facilitar esta integración urbana y, apoyados en dos grandes Bulevares (el de los Naranjos y el de Francia) conectan adecuadamente, con el refuerzo del Bulevar Sur, el área litoral y el núcleo central” [Memoria Justificativa página 49].
Aún habrá otra oportunidad para el Cabanyal: la declaración el 3 de mayo de 1993 del Conjunto Histórico de la ciudad de Valencia como Bien de Interés Cultural, que recoge con una delimitación precisa el ensanche del Cabanyal, del que se valora su peculiar trama en retícula derivada de las alineaciones de las antiguas barracas, en las que se desarrolla una arquitectura popular de clara raigambre eclecticista.
¿En qué consiste el plan?
El PERI, Plan Especial de Reforma Interior, fue elaborado por AUMSA por encargo del Ayuntamiento, gobernado por el Partido Popular, a finales de 1997. En una primera exposición pública, el plan ofrecía tres alternativas:
  1. Prolongación de la Avenida Blasco Ibañez con directriz recta y mantenimiento de la anchura del tramo actual, 100 metros. (Esto haría llegar Blasco Ibañez al actual hotel de la Arenas).
  2. Prolongación de la Avenida Blasco Ibañez con directriz ligeramente quebrada hacia el norte, para una mejor adaptación a la trama del Cabanyal, reduciendo la anchura a 48 metros.
  3. No prolongación de la Avenida Blasco Ibañez y previsión de una gran plaza en la confluencia de la actual Avenida con el Bulevar de Serrería, como solución de cierre del encuentro de la Avenida con los barrios marítimos.
El Ayuntamiento, además, sometió las diferentes alternativas a consulta popular. La Asociación de Vecinos y la Plataforma Salvem El Cabanyal redactaron un escrito en el que se solicitaba una nueva planificación urbana con participación vecinal que respetara el patrimonio, la trama urbana y que no supusiera derribos generalizados. Este escrito obtuvo en pocos días más de 3000 firmas de apoyo. Finalizada la consulta, se contabilizaron un total 3308 participantes.
Sin embargo, y con total desfachatez, se publicó que la opción más votada había sido la segunda, que contaba con catorce votos, agrupados, eso sí, en una cantidad mayor de escritos. Y son los propios redactores del plan quienes no tienen ningún reparo en que así figure en la Memoria Justificativa del PEPRI, contabilizando el tanto por cien de escritos que apoyan una u otra alternativa y obviando la cantidad de firmas que apoyan cada escrito.
De este modo tan vergonzoso fue aprobado por el Pleno del Ayuntamiento de 24 de julio de 1998 el encargar a la sociedad AUMSA la redacción definitiva del Plan del Cabanyal – Canyamelar, eligiendo la alternativa número 2. Tras una segunda exposición pública del plan en 1999 (que para entonces había adquirido la ‘P’ de protección), el PEPRI fue aprobado definitivamente por la Generalitat Valenciana el 24 de Enero de 2001.
El PEPRI centra su actuación en la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez hasta su terminación en una gran rotonda cerca de mar y en la creación de un bulevar paralelo a Serrería y que derruirá los números impares de la Calle San Pedro y pares de Luis Despuig, una de las más antiguas y mejor conservadas, al menos cuando se inició la tramitación del plan. Asimismo, también incluye la alineación forzosa de muchas de las travesías, sin atender que la propia historia del barrio las configuró desalineadas. El PEPRI deja Fuera de Ordenación Diferido la mayor parte de los edificios de más de cuatro alturas, sin entrar en consideraciones particulares. Por último incluye una serie de dotaciones municipales, muchas de las cuales no se han llevado a cabo, aun cuando nadie se opusiera a éstas.
El eje central de la avenida tiene 48 metros de vial, con 20+10 metros a ambos lados, para bloques de edificios, acera y separación de la trama existente. En su parte más estrecha supera los 100 metros de sección que afectan a todas las calles centrales del área del Cabanyal, precisamente la menos afectada por el desarrollismo de los años 60. Por tanto no es cierto que el eje tenga ‘sólo’ 48 metros de anchura (cuyo tráfico bastaría para fragmentar el barrio).
Por otro lado, el PEPRI afecta al 30% del barrio del Cabanyal estricto -sin considerar Cap de França-. Ésta es la zona con menor densidad de alturas, la que mejor conserva los rasgos de principios del siglo pasado: la que es más necesario conservar.

¿Por qué nos oponemos?

Desde la Plataforma Salvem el Cabanyal-Canyamelar-Cap de França nos oponemos a este plan, que tiene mucho de Reforma y muy poco de Protección por las siguientes razones:
  • Pretende derribar las casas de más de 1600 familias. A estas familias se les ofrece precios por el valor catastral de sus viviendas y se les ofrece realojarlos a precios de mercado. Se trata de un claro pelotazo urbanístico.
  • Ignora cualquier nivel de protección asignado al barrio para construir viviendas que no tendrán, ni de lejos, las características que motivaron la protección del Cabanyal, esto es, una arquitectura popular modernista de cien años de antigüedad. La avenida NO es respetuosa con el Cabanyal: se configura de espaldas al barrio y lo parte en dos con un intenso tráfico rodado.
  • Por ello, el PEPRI supone, a nuestro juicio, un expolio en toda regla. Y nuestro juicio viene respaldado por el Ministerio de Cultura, que es quien debe pronunciarse sobre ello, según sentencia del Tribunal Supremo.
  • No es un plan de Protección: los informes de AUMSA en la fase de presentación del plan, en 1998, catalogaban en mal estado 100 edificios en todo el Cabanyal-Canyamelar-Cap de França. El plan ‘protector’ pretende derribar 600. Resulta especialmente sangrante el caso de la Calle San Pedro, una de las de mayor densidad de edificios con interés arquitectónico en 1998, según la propia AUMSA. Hoy en día han desaparecido bajo las excavadoras del ayuntamiento la práctica totalidad de los números pares y el estado de la calle es completamente lamentable. Y todo eso en apenas 12 años.
  • Un frente marítimo único y peculiar de más de 1 kilómetro no tiene el mismo valor que la suma de (menos de) dos mitades, como no tiene el mismo valor un rascacielos de 800 metros -sólo hay uno en el mundo- que dos de 300 metros de altura. El Cabanyal se ha recuperado de muchas catástrofes (incendios, cólera, riadas, bombas) permaneciendo unido a lo largo de su historia. De la última catástrofe, el gobierno del PP, también nos recuperaremos.
  • Partir en dos el barrio es partir un modo de vida centenario y supone dividir un barrio con una tradición popular arraigada. Además, los efectos psicológicos sobre la población afectada no se limitarían únicamente a los de aquellos que serían expropiados.
  • Finalmente, nadie puede asegurar que la prolongación de la avenida solucione el problema de la población marginal. Más bien al contrario: ¿no es más probable que se traslade a un lado y a otro de la avenida?. Y si el Ayuntamiento puede combatir y neutralizar esos ‘usos degradantes’ detrás de la nueva avenida, ¿por qué no hacerlo sin ella y preservar así la arquitectura centenaria?
En resumen: el PEPRI representa un modelo de modernidad desfasado, basado en la vialidad y que ignora las ventajas de la vida a pie de calle que se desarrolla, desde siempre, en el Cabanyal: un modelo de vida sostenible, con poco tráfico, que aprovecha de maravilla la luminosidad natural y que convierte la calle en el eje de la vida vecinal.

La falacia del deterioro del barrio

El deterioro del barrio no puede servir para justificar su demolición parcial… y así lo dice la propia Ley de Patrimonio Cultural Valenciano (aprobada por el PP) en su artículo 30:
no podrá invocarse como causas para dejar sin efecto la declaración de un B.I.C. las que se deriven del incumplimiento de las obligaciones establecidas en esta ley
y en el artículo 4:
las entidades locales están obligadas a proteger el patrimonio cultural, debiendo adoptar las medidas cautelares necesarias para evitar su deterioro, perdida o destrucción
¿A qué se debe el deterioro de algunas de las zonas del Cabanyal?. La protección del barrio no impide la rehabilitación de los edificios, como desde el PP se pretende hacer creer, y como desmiente, en un simple paseo, la visión de muchos edificios rehabilitados por sus particulares en la zona BIC.
Por otro lado, el envejecimiento de la población no impide la promoción entre los jóvenes del Cabanyal rehabilitado y el incentivo del pequeño comercio en un área privilegiada de la ciudad.
Conviene recordar que el Ayuntamiento de Valencia lleva (casi) 20 años gobernando la ciudad de Valencia. En ese sentido, ¿cómo se puede justificar la propia degradación del barrio sin inculparse del incumplimiento de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano?. Precisamente: la ley ha sido modificada hasta en dos ocasiones (7/2004 y 2/2010) para asegurarse la desprotección del BIC frente a la construcción de la avenida.
De hecho, en el preámbulo de la ya mencionada Ley 2/2010 -que amparó los derribos de los días 6 y 8 de Abril de 2010 de forma fraudulenta- se dicta con tremenda suficiencia ::
Y, desde luego, la peculiar trama en retícula derivada de las alineaciones de las antiguas barracas que presenta el barrio del Cabanyal y la arquitectura de raigambre eclecticista del mismo no son valores lo suficientemente trascendentes como para prevalecer, de un modo absoluto, sobre actuaciones urbanísticas que producen una mejora de la relación del barrio del Cabanyal con su entorno territorial o urbano
Es decir, que a pesar del tesoro urbanístico que pueda existir en el Cabanyal, éste puede ser derribado si se interpone en la creación de una avenida (o autopista, o aeropuerto, cualquier cosa cabe en esa interpretación). Actualmente esta ley ha sido recurrida ante el Constitucional por contravenir la Orden del Ministerio de Cultura.

Actuación del Ayuntamiento

Si todo esto no fuera cierto, bastaría para oponerse al PEPRI la vergonzosa actuación del Consistorio y la Generalitat Valenciana. Estos, (ab)usando de su mayoría absoluta, han actuado siempre en el mismo sentido: degradar el barrio en la zona afectada por la prolongación, bien mediante el derribo de inmuebles, bien mediante su alquiler a población marginal. Con ésta se es especialmente tolerante a la hora de perseguir sus delitos, que deterioran la vida en el barrio y desgastan a los vecinos, devaluando su calidad de vida… y el precio de sus casas.
No se ha completado ningún proceso de expropiación, a pesar de las noticias y amenazas constantes que realiza el Ayuntamiento. Esto es así porque en el proceso de expropiación, según interpretación del Tribunal Supremo, si con el dinero obtenido de la expropiación no se puede adquirir una vivienda a precio de mercado, la expropiación se convierte en ilegal. La técnica del Ayuntamiento y empresas asociadas es llegar a acuerdos puntuales con los vecinos para adquirir los inmuebles. Una vez adquiridos, esos inmuebles, se derriban para dejar solares abiertos, o se alquilan a población marginal (como se denunció y recogieronlas cámaras de TVE), o se dejan en estado de abandono. De este modo se degrada el barrio.
Si el PEPRI se lleva a cabo, supondrá una ruina económica para el Ayuntamiento, que hipotecará todos los valencianos por decenas de años. Un rápido análisis, considerando metros de superficie a expropiar y un moderado precio de expropiación (1.250 euros/m2) sitúa en 206.270.000€ el coste del plan… tan sólo en expropiaciones. Un análisis más riguroso y que toma en cuenta las más que posibles resoluciones del Jurado de Expropiaciones eleva el posible coste del plan a 804 MILLONES de euros. El PEPRI sólo es viable económicamente si, como hace el Ayuntamiento y Cabanyal 2010 se paga una miseria a los afectados. Aun así, el empeño de Rita Barberá y el consistorio será pagado por todos los valencianos (ya lo estamos haciendo) en el recorte de muchos servicios públicos.
Todos somos afectados por este plan, y esta es otra buena razón para oponerse.

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